miércoles, 28 de septiembre de 2016

4. ¿Cómo afrontar una entrevista de trabajo?

Las reglas para estar listo el día anterior a una entrevista laboral

¿Conoces a alguien que haya llegado a su primera entrevista laboral tan bien preparado, tan relajado y tan convincente que ha logrado el empleo por el que postulaba? ¿No? ¿Estás seguro? Fíjate bien, porque creo que esa persona eres tú, o más bien serás tú en cuanto hayas leído nuestras cinco reglas de oro y nuestra lista de recomendaciones esenciales para estar más que listo el día anterior a una entrevista laboral.

Regla de oro n° 1: conócete bien y conoce al dedillo tu historial profesional
La parte esencial de la entrevista consiste en un examen crítico por parte del entrevistador, de tus habilidades, tus cualidades y tus experiencias. Por lo tanto, es indispensable que tengas un hilo conductor para poder desarrollar tu argumentación. Déjate aconsejar por tus amistades y colegas que te ayudarán a tener una visión objetiva de ti mismo. «Es fundamental hacer simulaciones –explica un experto en recursos humanos– así que lo mejor es entrenarse con un amigo o solo, delante de un espejo, intentando lo más que puedas ponerte en situación». Si se trata de tu primer empleo, elabora una argumentación en torno a tus prácticas, las asociaciones de las que formas parte o cualquier tipo de ocupación ya sea de tipo profesional o altruista.

Regla de oro n° 2: hazte un proyecto de carrera y apréndete de memoria el anuncio para el cual estás postulando
Es imprescindible que llegues a la entrevista con una visión clara de las razones por las que el puesto te interesa. Te parece lógico, ¿verdad? Sin embargo, no lo es tanto, ya que eso implica que debes haber elaborado un proyecto profesional, saber lo que quieres de cara al futuro y explicitar tus ambiciones cuando el entrevistador te haga preguntas. Entre dos candidatos que posean las mismas competencias, aquél que sepa lo que quiere y hacia dónde se dirige se llevará el pastel.
«Asimismo, tienes que saberte de memoria el texto del anuncio para que tu interlocutor vea que tus argumentos son coherentes con los de la oferta», precisa nuestro consultor. «Un paralelismo evidente entre el anuncio y tu candidatura resulta esencial».

Regla de oro n° 3: no olvides ningún aspecto material
Ahora que psicológicamente ya estás listo, debes preparar el aspecto material. Así pues, debes saber cómo llegar al lugar de la cita para no llegar tarde (sobra decir la importancia de la puntualidad en estos casos), y llevar contigo una carta de presentación y dos currículos: uno para ti y el otro para el empleador. Si se trata de tu primer empleo, prepara también los diplomas, certificados y cartas de recomendación de los que dispongas. Por último, no te olvides de llevar contigo una agenda en la que puedas anotar, llegado el caso, tu próxima cita…

Regla de oro n° 4: infórmate bien sobre la persona de la empresa que te va a entrevistar
«Hay que conocer bien la empresa antes de presentarte ante tu entrevistador, ya que cuanto más sepas sobre ambos, más tranquilo te sentirás y más convincente resultarás, además de demostrar sin lugar a dudas tu interés por el puesto». Infórmate pues sobre la empresa y también sobre su sector de actividad y su organización. Para poder enterarte de la función exacta de la persona que va a recibirte, no dudes en llamar a la empresa y preguntar. Si el puesto ha llegado a tus oídos por mediación de alguien de tu red, que dicho contacto te informe sobre la persona que te va a entrevistar.

Regla de oro n° 5: prepara las preguntas que vas a hacer
Si respetas a la letra la regla de oro n°1, no tendrás ningún problema para hacer frente a todas las preguntas de tu entrevistador, incluso a las más inesperadas como «¿cuáles son sus principales defectos?» o bien «¿por qué le interesa este puesto?». Sin embargo, es asimismo imprescindible que tengas preparadas las preguntas que tú harás al final de la entrevista: ¿cómo voy a trabajar, en qué tipo de organización, con qué equipos?, ¿cuál es el grado de autonomía del puesto?, ¿cuáles son las perspectivas de evolución?, etc. Estas preguntas demuestran tu interés por la empresa. También puedes preguntar por las ventajas sociales, siempre y cuando hayas terminado con las preguntas anteriormente mencionadas.

Truco a tener en cuenta: incluso si en el transcurso de la entrevista te das cuenta de que no estás hecho para el trabajo en cuestión, no demuestres tu apatía y mantén tu entusiasmo hasta el final, ya que si causas buena impresión, puede que el empleador te recomiende más tarde para otros puestos.

Lista de recomendaciones antes de la entrevista
Relájate el día anterior haciendo deporte o una actividad que te guste
Plantéate una noche reparadora, sin por ello presionarte
Vístete para estar cómodo y sobre todo respetando los códigos del mundo empresarial
Prepárate una argumentación y tus preguntas
Comprueba que tienes todo el material necesario (currículo, agenda, diplomas, etc.)
Sé puntual y si puedes, para no estresarte, es mejor que tengas visualizado con antelación el lugar de la entrevista
Para terminar, lo más importante es llegar a la entrevista con un estado de ánimo optimista. Recuerda que no tienes nada que perder y mucho que ganar. ¡Y que toda entrevista, aún la más desastrosa, te puede servir como entrenamiento para la próxima!
Busca un aspecto correcto

Este consejo básico, tan obvio en apariencia, es quizá el que más frecuentemente queda incumplido. Para muchas personas, especialmente los jóvenes, llevar un traje sastre o una corbata. Pero, incluso para aquellas empresas que no fuerzan en sus empleados un código de vestir, cierta corrección en las vestiduras es importante, especialmente en las primeras ocasiones. Recuerda siempre que cuando vas a una entrevista de trabajo es primordial causar una buena primera impresión.

En esta sociedad las cosas siguen entrando por los ojos, y, aunque no tenga nada que ver, un primer juicio de valor siempre se hace en base al aspecto. Por ello es tan recomendable presentar siempre un aspecto pulcro, arreglado y aseado. Cuando queremos comprar algo el aspecto del vendedor nos infunde confianza o sospecha, y de ello dependerá que al final compremos o no. Pues bien, en una entrevista de trabajo vosotros sois los vendedores y el producto.

Claramente, esta imagen clásica incluye en no pocas ocasiones otros factores aparte de la ropa, tales como el pelo (su longitud, su color, su estilo) y otros complementos corporales. ¿Dónde poner el límite? Primero tenéis que conseguir el trabajo, y luego podréis preocuparos de esa otra cuestión.Una vez os hayáis integrado en la empresa, y tengáis una relación más estrecha con vuestros compañeros de trabajo, podéis empezar a transgredir un poco las normas no escritas. El respeto al que tenéis derecho sea cual sea vuestro aspecto es igual al respeto que debéis a las opiniones que los demás tengan de vosotros por el mismo. Así que, ¿por qué no dejar que se acostumbren poco a poco?

Conoce tu propio Curriculum

Cuando vas a una entrevista suele ser porque ya has pasado una primera criba con tu Currículum Vitae (CV), pero eso no significa que no te vayan a preguntar acerca de él. Por eso, tendrías que ir preparado para contestar a todo tipo de preguntas, incluso algunas que tienen su respuesta en el CV. Esto es muy fácil de hacer, basta con ir repasando punto por punto, con el CV delante, pensando en cómo podrías extender la información que ofreces, qué más datos pueden resultar interesantes, qué puede despertar la curiosidad del entrevistador... Ahora que empieza a implantarse cada vez más la costumbre de incluir el epígrafe "Aficiones", no deberías sorprenderte de que tu interlocutor comparta alguna de ellas, y esto puede jugar a tu favor, siempre que seas capaz de hablar inteligentemente de ella.

Piensa en todo lo que aparece escrito, ¿cómo fue la estancia en la Universidad, o en el Instituto? ¿Dónde, cómo y por qué conseguiste esas otras habilidades y/o conocimientos que no forman parte de la vida o el temario académico normal? ¿Por qué dejáste o te echaron de ese otro trabajo? ¿Qué crees que puedes aportar a la empresa? Para todo esto y más tienes que tener una respuesta. Incluso para la más desestabilizadora e inesperada de las preguntas, hecha, a menudo, con la intención de pillarte por sorpresa y tantearte un poco.

Habla con claridad y corrección

No es tan difícil, y en ocasiones puede incluso arreglar una primera impresión negativa. Recuerda que estamos hablando del mundo laboral, y tú estás tratando de vender una idea, la idea de que eres óptimo/a para ese puesto. Eso incluye el concepto de que sabes expresarte, y saber expresarse significa no sólo hablar con un tono claro y seguro, y con confianza (recuerda que estás sometido a un examen, pero que todas las preguntas que te hagan son preguntas de las que sabes la respuesta), sino también utilizar un lenguaje correcto. No tienes que ser refinado, ni culto, basta con ser correcto. Así como no le hablas igual a tus padres que a tus amigos, tampoco debes hacerlo con tus jefes. Las palabras coloquiales, como las prendas o complementos informales, déjalas para cuando lleves un tiempo en la empresa y conozcas hasta dónde puedes llegar y hasta dónde no con tus compañeros o superiores. Piensa que la inmensa riqueza del castellano en palabras de argot no tiene porqué ser conocida por tu interlocutor. Pero hay palabras más formales y más comunes que seguro que entiende a la perfección.

Sé también preciso, no te explayes dando información que no te ha sido preguntada. Ve siempre al punto, al quid de la cuestión. Nada de detalles vagos. Sólo se responden de forma abierta las preguntas abiertas. Pero si te preguntan algo concreto, responde algo concreto.

Por último, sé amable. Tienes que mostrar que te puedes integrar en la empresa, que vas a congeniar o que es fácil congeniar contigo, que tu entrada no va a suponer problemas de adaptación ni para tí ni para tus futuros compañeros de trabajo.

Controla tus gestos

Son muchas las empresas que utilizan los servicios de psicólogos o ejecutivos con un entrenamiento específico para la lectura del lenguaje corporal. Ten por seguro que todo lo que hagas en presencia de una de estas personas será analizado en detalle, desde la postura en la que te sientes hasta dónde y cómo apoyes las manos, pasando por dónde posas la mirada y cómo mueves las manos. Y todo tiene un significado.

Es normal estar nervioso/a ante una entrevista de trabajo, pero piensa no te van a preguntar nada que no sepas. Son muchos los gestos que denotan nerviosismo, pero tampoco te tienes que preocupar por eso, ellos ya saben que estás nervioso/a; buscan otras características en tu personalidad. Tienes que ser una persona segura de tí misma, y saber exactamente quién eres y qué es lo que quieres. ¿Qué más tienes que saber?

No cruces ni brazos ni piernas. Eso es adoptar una postura defensiva, parece que te tienes que cubrir de algo. Como obviamente no tienes miedo del/ de la entrevistador/a, a lo mejor temes que él o ella descubra algo que quieres ocultar. ¿Quizá en tu CV? Si eres una persona segura de tí misma no tienes miedo, si no tienes miedo no tienes que cubrirte, si no tienes que cubrirte no tienes porqué cruzar los brazos o las piernas.

Tampoco exageres tu confianza. Siéntate derecho, con la espalda recta, pues si te recuestas en demasía das la impresión de estar relajado/a, quizá exagerando para dar una impresión que no es cierta, o porque la otra persona no te inspira respeto. Nunca quedes como un/a mentiroso/a ni como un/a irrespetuoso/a.

Las manos, quietas en la medida de lo posible. Los españoles, como pueblo latino, somos dados a gesticular, y eso no es malo. Pero tampoco hace falta estar siempre con aspavientos, pues si necesitas gesticular para hacerte entender entonces es que no te estás expresando con claridad. Mantén las manos apoyadas en las piernas, o en las rodillas. No cojas los brazos de la silla, o del sillón, ni juntes las manos en tu regazo. No juguetees con nada.

Sonríe. No te quieren contratar por tu simpatía, pero si el ambiente lo permite, no tienes porqué estar serio/a. Tienes que ser una persona de fácil trato que se va a integrar en su empresa. La depresión puede ser causa de baja médica, pero ninguna compañía ha tenido que perder nunca horas de trabajo de uno de sus empleados/as por su alegría o simpatía.

Mira a tu interlocutor a los ojos. Ser tímido/a no es un delito, pero si tienes confianza en tí mismo/a, tienes que ser capaz de mirar a los ojos a la gente con la que hablas. Si miras a otro lado o mientes o tienes miedo. Ninguna de estas dos opciones te ayudará a conseguir ese puesto.

En conjunto, tienes que mostrar respeto, atención, confianza, interés, y facilidad de trato. El puesto de trabajo es importante para tí, y también lo es quien te entrevista.

Sé tú mismo/a

Aquí viene la contradicción. ¿No te acabamos de decir qué es lo que tienes que hacer? ¿Significa eso que todo lo que acabas de leer es mentira?

No. Tienes que hacer todo lo anterior, pero sin olvidar nunca quién eres. Tu experiencia, conocimientos o, simplemente, interés, te hacen la persona adecuada para ese puesto. Tienes que transmitir esa idea, pero en tu trabajo está siempre incluida la posibilidad de mejorar, y sólo lo vas a conseguir si te gusta lo que haces. Quien te entrevista no quiere que le des la razón como a los tontos, sabe que puede escuchar alguna respuesta que quizá no le guste del todo, pero si te das cuenta de eso, tienes que ser capaz de convencerle de que tienes la suficiente capacidad e interés para hacer que eso no represente un problema. Si estás haciendo una entrevista para un trabajo en el que probablemente vayas a estar más de dos meses, la empresa quiere saber de antemano que tú no vas a representar un problema, que tu personalidad se puede adaptar o complementar a las de los demás empleados, y eso no pueden saberlo si no les muestras antes cómo eres.

Si contentas como un robot, sin emoción, será más difícil integrarte en el grupo, y para eso siempre pueden comprar otro ordenador.



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